A medida que envejecemos nuestro organismo sufre cambios morfológicos y fisiológicos. Cambia nuestra forma de caminar, nuestro tono de voz, nuestra deglución, nuestro olfato y nuestro gusto, y todo esto es parte de un proceso de envejecimiento normal.
Si nos centramos en la deglución, al hacernos mayores modificamos nuestra dieta casi sin darnos cuenta, preferimos alimentos de texturas más blandas o alimentos dulces que quizá cuando éramos más jóvenes no nos motivaban.
Pero a veces estos cambios los hacemos por tener dificultades importantes a la hora de tragar o deglutir alimentos líquidos o sólidos, y es lo que conocemos como disfagia.
Es tan prevalente que hoy en día, es considerado un síndrome geriátrico por la Organización Mundial de la Salud, pero a pesar de ello es una gran desconocida que no se diagnostica ni se trata.
Aunque puede afectar a cualquier persona y de cualquier edad, es más frecuente en adultos mayores y ancianos frágiles que viven en residencias con enfermedades neurológicas o neurodegenerativas y con el problema de no ser capaces de decirnos lo que les está pasando.
La persona mayor que padece disfagia puede tener problemas de desnutrición o de deshidratación porque es incapaz de comer o beber de manera eficaz. Además, los atragantamientos, las complicaciones respiratorias, bien infecciones o neumonías aspirativas, que se derivan de la misma, constituyen un riesgo grave para su salud y en muchas ocasiones terminan en ingresos hospitalarios, incluso en fallecimiento.
No todas las disfagias son iguales, depende de donde se inicie el problema, pero sea orofaríngea o esofágica, lo importante es detectarla para poder tratarla de manera adecuada.
Cuando observamos que la persona se atraganta cuando traga, que tose cuando bebe, que tarda mucho en comer porque mantiene los alimentos en la boca, que se le cae la comida o la bebida de la boca cuando come o bebe, que ha perdido peso, que le cuesta tomar la medicación, que tiene la sensación de que el alimento le queda parado en el pecho … debemos de comentarlo con el personal sanitario. Todos estos son signos de posible disfagia y su alerta nos ayudará a su detección, diagnóstico y tratamiento, colaborando en la mejora de la salud y de la calidad de vida.